Si lo vuestro es la originalidad y la imaginación, una boda en invierno es la opción perfecta. En esta época del año es más fácil encontrar el sitio para la ceremonia, y los precios son más económicos (hasta un 40% más baratos que en verano).
Celebrar la boda en invierno es una opción original y diferente, la alternativa ideal para los novios que quieren huir de lo convencional.
La belleza del paisaje invernal, la atmósfera intimista y la maravillosa luz del invierno gallego, perfecta para las fotografías, crean el marco ideal para las bodas más personales.
El invierno nos permite jugar con los colores y hacer combinaciones increíbles. La naturaleza juega un papel fundamental en la decoración: hojas, flores, bayas y frutos de invierno, maderas, musgo…
El color blanco y el plata aportan el glamour y la elegancia de los paisajes nevados.
Si somos de gustos sencillos, el estilo escandinavo combinado con velas y flores naturales es garantía de éxito y de romanticismo. Y si nuestra boda coincide con las fiestas navideñas, qué mejor que dar rienda suelta a la imaginación con vibrantes colores rojos, verdes y metalizados.
En cuanto a los invitados, agradecerán detalles como mantitas, paraguas, bufandas, gorros, babuchas… divertidos y abrigados el día de la boda y un útil regalo para la vida diaria ¡No olvidarán vuestra boda!
En línea con las fiestas invernales, los menús se adaptan a la tradición y al gusto por platos calentitos y reconfortantes: mesas de quesos y embutidos, chupitos de cremas, guisos tradicionales…
Y para espabilar el frío y ser la reina o el rey del baile ¡qué puede haber más goloso y calentito que una mesa de dulces cargada de chocolate y riquísimos dulces!
Como broche de oro del banquete, un delicioso pastel adornado con frutos rojos:
Y para descansar de tanto esfuerzo, la última ventaja de celebrar un enlace en invierno: ¡¡La luna de miel en un lugar paradisíaco!!